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martes, 25 de junio de 2013

José Ramón de Luzárraga


Investigando por el día de la Gente de Mar (25 de Junio) nos encontramos con José Ramón de Luzárraga. La curiosidad por saber quien fue,  nos llevó a encontrar la interesante hitoria de este Euskal Arrantzale (pescador vasco), Bizkaino horiundo de Mundaka. Transcribimos a continuación un artículo del año 1878.

RECUERDO VIZCAINO

El héroe de Izaro

Artículo que fue publicado el 1878 en el periódico defensor de los fueros La Paz.


Con este renombre es conocido y saludado desde la tarde del Sábado Santo en los puertos del litoral, y muy especialmente en Bermeo. Y en Mundaca, el intrépido marinero del cabildo de pescadores de Mundaca, José Ramón de Luzárraga.
Acabamos de escribir su nombre y no podemos ocultar la satisfacción, más aún, el noble orgullo que sentimos al estanipar ese nombre de un verdadero héroe.
Luzárraga es un hombre próximo á los cincuenta años de edad, de buena talla, de organismo vigoroso, de tostado rostro y mano encallecida; franco y valiente como todo hombre de mar, y dotado la vez de un corazón que sabe sentir y responder á las grandes y sublimes inspiraciones del heroísmo. Acostumbrado al peligro y á correr toda clase de riesgos, guiado siempre por los más nobles impulsos, acaba de demostrar rasgos de valor y de caridad sublime, dignos, más que de elogio; de profunda admiración.
En aquella triste y angustiosa tarde del Sábado Santo, cuando los pescadores del Cantábrico zozobraban en sus lanchas y caían á centenares al fondo del mar; cuando éste enviaba hacia la playa entre sus olas los despojos del siniestro, como señales de su terrible triunfo, de su temido poder y de su bárbaro dominio; en los momentos en que centenares de familias corrían desoladas, llamando entre congojas y sollozos con los alaridos del dolor á los padres, á los esposos y los hijos que salieron al mar para no volver; en aquellos terribles instantes en que la costa del Cantábrico, azotada por la galerna, presenciaba el naufragio de tantos seres queridos, el marinero mundaqués, José Ramón de Luzárraga, debió sentir en su corazón algún impulso extraordinario que removía sus sentimientos y respondiendo con presteza á la voz de la caridad que le llamaba, no vaciló un instante en ofrecer su vida, aceptando desde luego, con la generosidad de los héroes, aquella misión que el peligro y el sacrificio le imponían. A cuatro millas de la isla de Izaro luchaban en vano por defender su vida unos cuantos infelices pescadores que por momentos se iban entregando á In implacable furia del terrible elemento que había de sepultarlos en sus abismos; el valiente patrón D. Rafael de Goyenechea acudió presuroso con su laucha á salvar á los náufragos; pero la fortuna había de serle adversa, y un golpe de mar hizo zozobrar la lancha de aquél valiente; de los ocho hombres que la tripulaban sólo tres pudieron salir á flote, y agarrados á la embarcación que, quilla arriba, era juguete de las olas, pudieron sostenerse algún tiempo pidiendo socorro.
A los gritos de aquellos tres infelices intentó acercarse otra lancha, pero temiendo que el inminente riesgo que le esperaba sirviese tan sólo para aumentar el número de las víctimas, se retiró con el sentimiento de no poder salvar á los que quedaban en la situación más angustiosa, La Providencia, queriendo sin duda premiar el acto humanitario que intentaron realizar aquellos tres infelices que quedaban desamparados, hizo que en aquel momento se presentase en aquel terrible teatro de angustia y de dolor, la lancha mundaquesa que mandaba el intrépido Luzárraga.
Desde el primer momento comprendió éste que el peligro era inminente; pero las voces de socorro de aquellos tres náufragos, resonando en el corazón de Luzárraga, debieron ser para él como la voz de un mandato superior, al cual no debían negarse los sentimientos de su caridad; Luzárraga dudó un momento, vaciló un instante, no ciertamente por su propia suerte, ni siquiera por la de los seis hijos cuyo recuerdo debió atormentarle quizá, sino por la actitud de la gente que tripulaba su lancha.
En tan terribles instantes y comprendiendo que no bastaba ya el valor, sino que era preciso elevarse hasta el heroísmo, sobrepónese de repente I toda duda, y dirigiéndose á los tripulantes de su lancha, que tenían fijos en él sus ojos, como si temieran una resolución, les habló de esta manera: «Ea, aquí se nos .presenta una ocasión de probar nuestra caridad y de llevar á cabo un acto verdaderamente sublime; esos infelices se ahogan si nosotros no les socorremos, por querer prestar auxilio á otros desgraciados que han sucumbido ya, se encuentran ellos en ese último trance. ¿Qué hacemos? Hay momentos en que el hombre no debe mirar por su vida; si el cielo quiere que tos salvemos, habremos alcanzado un triunfo que nos servirá de consuelo durante te toda nuestra existencia, y si perecemos por salvarlos, encontraremos la muerte de los mártires, que siempre tienen premio en la otra vida. ¿Qué contestáis? »
Animada la tripulación por la actitud decidida y resuelta del patrón Luzárraga, respondió inmediatamente  a su excitación moviendo los remos para ir adelante.
Satisfecho Luzárraga por mandar aquel puñado de valientes, hizo rumbo en seguida hacia los tres náufragos, y despreciando valerosamente el peligro, consiguió, después de una lucha azarosa y verdaderamente titánica, llegar hasta el punto de más riesgo; continuó luchando con la furia de la galerna y con la bravura del mar, y haciéndose al fin superior á los elementos, consiguió arrebatarles su presa y recoger en su lancha aquellos tres infelices, que exánimes por los prolongados esfuerzos con que se habían defendido hasta entonces, no podían articular siquiera una palabra, haciendo temer por un instante á sus salvadores que quizá hubieran sido perdidos sus esfuerzos.
Abandona Luzárraga el sitio del peligro, y como aún distaba bastante del puerto, comienza á desnudarse de sus ropas; la tripulación sigue el ejemplo de su patrón y despréndese también de las suyas, y patrón y remeros prestan abrigo y solícitos cuidados á los infelices náufragos que acababan de salvar, á fin de poder conservar sus vidas hasta llegar al puerto.
Realizado este último deseo, el pueblo en masa se adelanta a los infelices náufragos y á sus heroicos salvadores, y entre lamentos de dolor y sollozos de consuelo, que á la vez se confundían y se mezclaban en aquel instante, todos se prestan á prodigar auxilios á los náufragos y cordiales y entusiastas parabienes á sus heroicos salvadores.
Entre tanto Luzárraga salta á tierra, hácese cargo de los tres infelices y los conduce á su propia casa, completando de esta manera el sublime acto de caridad que había comenzado.
Tal es, hecha á grandes rasgos, la historia de esa heroica hazaña llevada á cabo por el patrón Luzárraga en la tarde del Sábado Santo.
AI manifestar el nombre de ese héroe, llamamos la atención del
Gobierno para que se apresure premiar los rasgos sublimes de su intrepidez, de su bravura y de su caridad.


 
Vista general de Mundaka, tomada del camino de Gernika


 
Mundaka, Bizkaia


Isla de Izaro vista desde Mundaka

José Ramón de Luzárraga

"La Galerna" - 1913 - Aurelio Arteta y Errasti
(Bilbao, Bizkaia 1879 - Mexico 1940)
Museo de Bellas Artes de Bilbao


Una galerna es un temporal súbito y violento con fuertes ráfagas de viento del oeste al noroeste que suele azotar el mar Cantábrico y el Golfo de Vizcaya, y sus costas, por lo general en la primavera y el otoño. Su nombre procede del francés galerne y éste del bretón gwalarn, palabra que designa este viento del noroeste. Aparecen en días calurosos y apacibles en los que la llegada de un frente frío viene acompañado de un cambio brusco en la dirección e intensidad del viento, que puede llegar a superar los 100 km/h. El cielo se oscurece y se produce un fuerte descenso de temperatura, de hasta 12°C en 20 minutos, un descenso rápido de la presión atmosférica y un aumento de la humedad que roza el 100%.

La Galerna de 1878 que se describe en el artículo superior es una de las más famosas de la historia. Denominada “Galerna del sábado de Gloria” , se denomina de esta manera por haber coincidido con la celebración del último día de Semana Santa, el 20 de Abril de 1878. Provocó la muerte de más de 300 marinos, 132 cántabros y 190 vascos.

Nenya del Blog FPJ analiza el cuadro de Arteta que presede estas lineas:


Hace ya casi treinta años”, escribe el inefable Pérez Reverte, ”aprendí cantidad de cosas sobre los hombres, sobre el mar y sobre la vida. Una vez, en mitad de un temporal gris y asesino, estuve con Paco el Piloto en la bocana del puerto junto a un grupo de mujeres y hombres vestidos de negro, viendo cómo los pequeños y desvalidos pesqueros intentaban poco a poco, entre olas de diez metros, ganar el abrigo del rompeolas.

 Los divisábamos a lo lejos, vacilantes y minúsculos, tan frágiles entre montañas de agua y rociones de espuma, avanzando a duras penas con el estertor de sus motores a poca máquina. Se había perdido uno, y cuando un pesquero se pierde no se va un hombre, sino que desaparecen juntos el hijo, el marido, el hermano y los cuñados. Por eso las mujeres enlutadas, los viejos y los críos estaban allí mirándolos venir, en silencio, intentando adivinar cuál faltaba. Entonces el Piloto, que estaba a mi lado con la colilla a un lado de la boca, las miró de reojo y, discretamente, casi con embarazo, se quitó la gorra. Por respeto.”

Me quedé un buen rato mirando el cuadro con el zumbido de las palabras de Reverte y de mis propios recuerdos en la cabeza... se está hundiendo un barco, y con él un hombre, pero en el lienzo de Arteta también se hunde algo más: un hijo para el viejo de rojo, un marido para la mujer, un padre para el bebé, un amigo para el hombre de blanco y un hermano para el muchacho. En cada una de sus caras se dibuja un drama íntimo y diferenciado: la mirada del viejo es resignada, dolorosamente consciente. Sabe lo que va a pasar, entre otras cosas porque lleva siglos pasando ininterrumpidamente: el mar se tragará a su hijo, como se ha tragado ya a otros tantos otros. Frente a la lucidez del viejo, la dolorosa incredulidad del muchacho y su gesto impotente, “esto no puede estar pasando”, tan propio de la gente joven. Pero sin duda, la mujer es en mi opinión, la más terrible de todas las figuras: el odio frío y soterrado que desprenden sus pupilas vacías es paralizante. Si existiera un puñal capaz de clavarse en las entrañas del mar y secarlo de golpe, sin duda saldría de los ojos de esa viuda reciente, de esa hembra lívida e implacable. En el bebé combaten, como es habitual, el miedo y la curiosidad. Y el hombre de blanco, un arrantzale como el que se hunde al otro lado del lienzo, aprieta los dientes y se fuma un pitillo. A ver qué otra cosa puede hacer.


Finalizamos este nutrido post con un poema de Rafael Sánchez Ortega 

Boga Boga, marinero
la galerna está al llegar,
rema presto y fuerte avanza
surca el agua y nada más.

No repares en los cielos,
ni en las nubes al pasar,
ni siquiera en las gaviotas
que a la costa ya se van.

Boga boga, marinero
pues la barra cerca está,
ya nos quedan unos largos,
son muy pocos ya verás.

No hagas caso de la lluvia
del salitre ni del mar,
boga boga sin descanso
sin temer la adversidad.

Boga boga, marinero,
hoy no es tiempo de llorar,
piensa sólo en tu familia
en tus hijos y en su pan.

Ellos tienen en tus manos
una lucha por librar,
boga boga por sus sueños
y con ellos soñarás.

Boga boga, marinero,
aunque ruja el temporal,
la tormenta tan temida
por Liñera suena ya.

Son dos largos solamente,
los que quedan por librar,
dos decenas de paladas
entre lágrimas y sal.

Boga boga, marinero,
rema fuerte y sin cesar,
haz que griten los toletes
con su canto sin igual.

Que enmudezcan las sirenas
con tu boga sin pausar,
y se animen los delfines
y te lleven al Peral.

Boga boga, marinero
y suspira pues ya estás,
la trainera está cruzando
esa barra tan fatal.

...Y después de tanto esfuerzo,
atrás dejas el canal,
y al llegar a la Barquera
una Salve rezarás.

"...Boga boga, marinero.
nunca dejes de bogar,
ni en la vida ni en los mares
y a buen puerto llegarás..."
                                    

Centro Basko - Zazpirak Bat
General las Heras
Buenos Aires - Argentina
 

5 comentarios:

  1. Agradezco la inclusión de mi poema en este trabajo que veo está elaborado con mucha delicadeza y rigor histórico, como se merecen, esas "galernas" que tantas vidas y tragedias causaron en la costa cantábrica.
    Un abrazo desde San Vicente de la Barquera.

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  2. Kaixo lagunok!

    Veo con agrado que habéis publicado algo sobre mi tatarabuelo.

    La historia de su hijo (mi bisabuelo) capitán de barco, es también digna de película.

    Fue hecho prisionero por los EEUU surcando el Missisipi; navegó por todo el mundo y terminó como preso moribundo (por ser soberanista) en una cárcel tras la ocupación de Mundaka por parte de los fascistas españoles e italianos (apoyados por los nazis desde el aire y la guardia mora también desde tierra)

    Os mando un abrazo desde Estocolmo, donde resido y también hemos formado una Euskal Etxea "Euskaldunok Suedian, Zazpiak Bat"

    Gora gu ta gutarrak!

    Unai Aranzadi,

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    Respuestas
    1. Kaixo Unai!

      Que orgullo debes sentir de tener por tatarabuelo a semejante hombre de la historia.

      Cualquier aporte que puedas hacernos sobre su historia será bienvenido para enriquecer este post.

      Saludos desde Argentina y gracias por tu comentario!

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  3. Kaixo denori!

    Zer moduz?

    Os pondré alguna cosita aquí de esta rama familiar. También de la mía paterna si queréis. Mi bisabuelo Engracio de Aranzadi "Kizkitza", el primer nacionalista que tuvo que exiliarse.

    Besarka handi bat!

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